Monumentos renacentistas de España

La época renacentista fue una de las más florecientes en lo que a arquitectura se refiere, y a pesar de tratarse de un movimiento que nació en Italia, en España adquirió casi tintes nacionales, pues se desarrolló de la mano de arquitectos locales, lo que ha hecho que se hable de una corriente puramente española. Vivió tres fases, el Plateresco, Purismo y Estilo Herreriano, y aunque podemos presumir de tener multitud de construcciones de la época, hemos elegido los siete que nos han parecido los más bonitos. ¿Nos ayudas a determinar cuáles el ganador.

Palacio de Santa Cruz de Valladolid
Se trata del primer edificio renacentista construido en España, entre 1486 y 1491, es decir, antes del descubrimiento de América en 1492, que es la fecha que comúnmente se considera el pistoletazo de salida de la influencia del Renacimiento italiano aquí. Nunca se le ha podido atribuir arquitecto, pero define a la perfección las líneas del incipiente movimiento. Declarado Bien de Interés Cultural desde 1955, actualmente es la sede del rectorado de la Universidad de Valladolid.

Palacio de Carlos V
Es probablemente el edificio renacentista en España por excelencia, y aunque se entiende que Carlos V quisiera construirlo allí porque se enamoró de La Alhambra cuando la visitó, cosa que entendemos perfectamente, es cierto que chirría un poco entre tanto estilo andalusí, pero fue la manera de simbolizar el triunfo del cristianismo sobre el Islam. No por ello es ni menos renacentista ni menos bonito. El proyecto original es obra de Pedro Machuca.

Palacio de los Guzmanes
En el centro de León y rodeado de otros edificios históricos como el Palacio de Botines de Gaudí, el Palacio de los Guzmanes tiene toques platerescos, y llama la atención su fachada principal, con la puerta decorada y las columnas jónicas. Se construyó por orden de Juan de Quiñones y Guzmán, obispo de Calahorra y se encargó de llevarlo a cabo Rodrigo Gil de Hontañón, que lo construyó sobre un antiguo palacio gótico mudéjar. Y como curiosidad, destaca el hecho de que las obras se paralizaron en 1572 y no se terminaron hasta 1977, aunque siguiendo las líneas renacentistas de cuando se comenzó.

Palacio de Jabalquinto
Baeza es, junto a Úbeda, una de las ciudades con más representación del renacimiento, y pasear por ambas es una delicia. Así que vamos a parar primero en Baeza, Jaén. Y en concreto en el Palacio de Jabalquinto, uno de los más emblemáticos de la ciudad y en el que es imposible no fijarse, entre otras cosas por la bonita fachada, en la que destacan los ventanales y las puntas de diamantes en resalte. El interior tampoco decepciona, con su patio renacentista de doble arcada con columnas de mármol y escudos en las enjutas. Según los libros de arte, las traza del edificio son de Enrique Egas, la fachada de Juan Guas y Pedro López el maestro constructor.

Palacio Vázquez de Molina
La segunda parada jienense es, por supuesto, en Úbeda, en el Palacio Juan Vázquez de Molina, también conocido el de Las Cadenas, por las que tiene en la parte delantera del edificio. Sede del Ayuntamiento de la ciudad y custodiado por dos leones, símbolo de Úbeda, está construido a base de piedra de cantería de gran cantidad cromática y es una representación perfecta de los palacios italianos. Fue construido en 1565 por Juan Vázquez de Molina y el arquitecto fue Andrés de Vandelvira.

Palacio Real de El Pardo
Residencia de los jefes de Estado que visitan nuestro país, el Palacio de El Pardo de Madrid es otro ejemplo del renacimiento español. Si bien es cierto que ha pasado por varias reformas y ampliaciones, comenzó a construirse en 1547, de la mano del arquitecto Luis de Vega. Y aunque su valor histórico es claro, también lo es que es su decoración interior lo que más llama la atención y lo que probablemente lo convierte en un monumento muy visitado.

Palacio de los Condes de Gómara
Está considerado el edificio más representativo de la arquitectura civil renacentista de la ciudad de Soria. Fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2000 y en la actualidad alberga el Palacio de Justicia, pero su construcción se inició en 1577 de la mano de Francisco López de Río y Salcedo, perteneciente a una de las familias de más rancio abolengo. Formado por dos cuerpos, en el más macizo de grandes balcones se encuentra la puerta de entrada y en el otro, más elaborado, presenta una doble arquería de 12 y 24 arcos.

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