El verano es tiempo de viajar, disfrutar y conocer otros países o ciudades. Sin embargo, hay quien tendrá que quedarse inevitablemente en la ciudad o pueblo donde pasa la mayor parte del año. Aunque los fotógrafos nos inspiramos profundamente visitando otros lugares, pocos tienen en cuenta que ser turista de tu propia localidad puede ser muy beneficioso para refrescar nuestra visión.
Para ello, hoy os proponemos unas directrices para que podamos sacar provecho fotográfico de lo que nos queda de verano sin frustrarnos, llegando a encontrar interesantes oportunidades para elaborar nuevos proyectos durante el próximo invierno.
Ser turista de tu propia ciudad te ayuda a encontrar una ciudad completamente nueva ante tus ojos, y para mí, conseguirlo me ha supuesto una nueva concepción no sólo de mi ciudad, sino también de el alcance que podría tener nuestras fotos si conseguimos apoyos para exponer nuestro trabajo.
La arquitectura
En primer lugar, yo recomendaría a cualquiera que quiera revisitar su ciudad en fijarse en la arquitectura. A simple vista puede parece que no tengan ningún interés, pero los edificios históricos han visto muchas cosas, y para mí resultan muy inspiradores.
En Valencia concretamente he logrado encariñarme profundamente de la arquitectura en la que predomina el estilo neoclásico de principios del siglo XX que conviven con algunas piezas interesantísimas de estilo ‘art decó’ o modernistas. Valencia es un pastiche arquitectónico que no ha respetado los edificios antiguos como debería, lo que ha supuesto la destrucción del panorama arquitectónico de la ciudad.
Buscando ‘lo típico’
Para ser turistas de nuestra ciudad, tenemos que buscar las cosas más típicas de nuestra ciudad, los sitios que ningún turista puede perderse. Seguro que como has crecido en ella y puedes visitarlo cuando quieras, no has paseado mucho por el casco antiguo de tu ciudad ni te has adentrado por sus callejuelas para investigar los pequeños comercios que quedarán abiertos. Este es un buen momento para hacerlo: juderías, morerías, cascos medievales… toda ciudad tiene almenos uno de estos con su propio estilo.
Si pensamos como un japonés que está de visita en nuestro país, debemos saber ver con unos ojos nuevos, intentando fotografiar aquello que para nosotros es cotidiano pero que a cualquier turista le llamaría la atención. Aquí entra absolutamente TODO: edificios, artesanía local, antiguos letreros en los comercios e incluso las tapas de alcantarilla.
Fotografía callejera
Otro de los proyectos interesantes que podemos llevar a cabo es realizar un poco de fotografía callejera. Si bien es cierto que los dos puntos anteriores los podemos llevar a cabo dando paseos por nuestra ciudad, la fotografía callejera la propongo más bien como el retratar a la gente de nuestra ciudad mientras paseamos.
Para eso debemos ser rápidos y contar con una cámara ágil, aunque con este tipo de fotografías trabajaremos muy concretamente la anticipación a los momentos, preenfocando la cámara e incluso haciendo uso de hiperfocales para disparar en cuanto veamos el momento oportuno.
En mi opinión, trabajar la fotografía callejera en químico es un ejercicio de anticipación tanto creativa como técnica que creo que conecta mucho y dá una descripción más fidedigna de aquel ‘instante decisivo’ de Cartier-Bresson.
Las fiestas son un momento muy oportuno para poner en práctica este estilo por la mayor cantidad de personas que llegan a nuestra ciudad, eventos en los que podríamos elaborar perfectamente una serie fotográfica que seguro que interesa a más de un fotógrafo-turista de cualquier parte del mundo.
Elaborando proyectos en nuestra propia ciudad
Como ya hemos comentado, las posibilidades son muy amplias, pero si además encaminamos este trabajo en una o varias series sobre nuestra ciudad, las posibilidades de conseguir que la gente las vea son muy grandes. Las propias instituciones de nuestra localidad pueden brindarnos apoyo a través de los centros de juventud para conseguir exponer en espacios públicos.
Las fotografías, cuanto más cercanas, más consigue la gente identificarse con ellas y por eso consiguen una mayor visibilidad si conseguimos exponerlas en los espacios donde las hemos hecho. Esto ya no se traduce en nuestra ciudad, sino en nuestro barrio o en nuestro bloque de vecinos. Conseguir retratar los espacios de los barrios de la periferia, los estilos arquitectónicos de nuestra ciudad o una colección con los mercados más emblemáticos pueden ser actividades de lo más fructíferas este verano.
Fuente: Xatakafoto
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