Probablemente la vida que llevamos ahora esté siendo sustancialmente distinta a la que imaginamos hace un año. Los planes de viajes largos, fiestas o encuentros familiares quedan de nuevo postergados a la espera de que la situación epidemiológica sea más favorable. Algo que, por ahora, parece lejano si atendemos a las advertencias de la OMS de que la tendencia por el aumento de contagios de coronavirus es preocupante. Y mientras, Angela Merkel advierte de que Alemania ha entrado en una nueva ola y pide que la UE aumente la capacidad de producción de vacunas.
Pese a las dificultades en la campaña de vacunación, España mantiene su previsión de que el 70% de la población esté vacunada durante el verano. Es la proporción necesaria para alcanzar la inmunidad de rebaño, según se indicaba a comienzos de la pandemia, pero su evolución puede hacer difícil alcanzar inmunidad de grupo. ¿Por qué? El epidemiólogo Javier Del Águila señala algunas causa: «Cada vez más voces expertas hablan que probablemente la COVID sea una enfermedad en la que no se pueda alcanzar o sea extremadamente difícil de alcanzar esa inmunidad de rebaño que tenemos con otras enfermedades. Las razones son muchas. Desde el problema de las variantes, la cobertura de la protección de la población mundial, el problema de la eficacia y la duda vacunal. Es decir, las personas que se van a negar sistemáticamente a recibirla».
Cómo será la vida este verano 2021
El presidente de la Sociedad Española de Inmunología, Marcos López, tiene dudas de que para el verano esté vacunado el 70% de la población española, un escenario que ve más probable para finales de año: «Tiene que cambiar mucho la disponibilidad de vacunas y la producción para cumplir lo que dice el Gobierno».
Cómo será la vida el próximo verano dependerá de la tasa de incidencia del virus y del nivel de vacunación. En función de ambos factores se irán suavizando las restricciones. «La población tiene que tener claro eso y que no hay ni blancos ni negros. Las decisiones se irán tomando según la prevalencia del virus y la protección de la población. A mayor nivel de protección, el virus lo tendrá más difícil para infectar».
Marcos López imagina el próximo verano similar al anterior aunque posiblemente más laxo en algunas medidas, sobre todo las referidas a los eventos al aire libre: «Sabemos que mascarilla, distanciamiento social y ventilación son las medidas más efectivas. A partir de ahí, este verano tendremos que ir adaptándolas a la evolución de la situación como estamos haciendo ahora. Si estamos más protegidos, podremos abrir más, pero no hay certezas. No podemos levantar falsas expectativas que provocan desasosiego y malestar si no se cumplen».
Sanidad mantiene que aún es pronto para conocer los detalles de cómo será el verano y explica que dependerá de la evolución. «Son cuestiones que no podemos saber en estos momentos. El Ministerio de Sanidad va informando de forma puntual de las medidas adoptadas y en vigor, según la evolución de la pandemia y del proceso de vacunación», afirman desde el ministerio.
¿Qué puede complicar la pandemia?
Marcos López habla de una pandemia crónica y Del Águila advierte de factores que pueden complicarla: «La variante viene asociada a una transmisibilidad elevada que le da al virus la posibilidad de mutar. Y en esas variaciones puede estar el nacimiento de una cepa que escapara a las vacunas. Se puede dar ese tipo de circunstancias. Todos esos factores pueden dificultar alcanzar la inmunidad de rebaño».
¿Habrá más movilidad en el verano de 2021?
Las restricciones sobre la movilidad tenderán a desaparecer en la medida en que la transmisión comunitaria se vaya reduciendo y controlando. «No podemos estar permanentemente aislados. Y viendo además cómo los alemanes o los franceses sí que vienen. Ya existen mecanismos europeos como los pasaportes vacunales. Habrá más estudios epidemiológicos capaces de medir el punto óptimo para la efectividad de las restricciones de movilidad», apunta Javier Del Águila.
«Creo que no va a tener sentido mantener esas restricciones incluso en verano Entiendo que todo el esfuerzo de ahora viene con el objetivo de que en verano se pueda dar de nuevo esa libertad. Pero veremos a ver qué sucede con una ola grande comenzando en toda Europa. Estoy convencido de que estas restricciones serán difíciles de sostener y confiemos que sepamos utilizarlas de la mejor manera posible en el futuro si fuera necesario», indica el epidemiólogo.
Mascarillas, restricciones de aforo, reuniones y toques de queda
¿Cómo será la vida cuando alcancemos la inmunidad de rebaño? El presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós García, asegura que desde luego no nos va a cambiar todo de golpe: «No va a ser un toque de silbato. No podemos decir que como ya tenemos el 80% vacunados podemos volver a como estábamos antes. Tendrá que ser un período de transición, gradual y de adaptación a la vuelta a la normalidad. Que no tiene por qué ser largo en el tiempo, pero sí gradual».
Todos los expertos consultados coinciden en que la desescalada debe de ser paulatina. «La temporalidad en la que puedes ir recobrando esa normalidad va a estar en función fundamentalmente en las coberturas de vacunación que vayas consiguiendo. Es difícil saber cuándo vamos a poder hacer determinados eventos de manera rutinaria y normalizada sin que tengamos una cobertura vacunal de al menos un 70 u 80%. Ahí está la clave», afirma el vacunólogo.
El uso de mascarilla se mantendrá mientras los niveles de transmisión sean elevados. El epidemiólogo Del Águila sugiere la posibilidad de que en un primer paquete de medidas de desescalada se levante la obligatoriedad de llevarla al aire libre.
La vida, tras la pandemia
«En la medida en la que tengamos confianza de que muy pocas personas van a estar enfermas de COVID el uso obligatorio de mascarilla perderá razón de ser. Pero todo esto habrá que ver cómo evoluciona», explica. Confía el epidemiólogo que las restricciones de aforo vayan desapareciendo sobre todo en las actividades al aire libre.
Los expertos coinciden en que las restricciones deben levantarse en un momento oportuno, con las condiciones adecuadas y comunicándose bien. «Prefiero que la retirada se haga muy paulatinamente dando tiempo a valorar el impacto de la medida en un par de semanas. Y hay que prestarle especial atención a la salud mental. Ansiedad, depresión, miedo e inseguridades pueden ser muy habituales. Ya hay una estrategia de refuerzo de salud mental en el sistema desde el Gobierno que se está poniendo en marcha», asegura Del Águila.
Las historias de las epidemias nos enseñan que después de una crisis se tiende a recuperar la normalidad y que incluso vienen épocas de bonanza. «Prefiero pensar que después de esta crisis vamos a alcanzar un equilibrio con esa libertad, con ese volver a la vida, recuperarnos los unos a los otros, los abrazos, los encuentros grandes, los viajes», vaticina el epidemiólogo.
Fuente: Cadena Ser
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