Si vais a realizar un viaje a las islas griegas por libre, este artículo os aportará algunas ideas y os ayudará a planificar vuestro propio itinerario. En nuestro segundo viaje al país, después de una primera ruta por la Grecia continental, exploramos cuatro de sus islas: Creta, Santorini, Naxos y Mykonos. Creemos que es una buena combinación para un viaje de unos 15 días, reservando 2 para visitar Atenas.
Creta
¿Por qué visitar Creta?
Cuando empezamos a preparar nuestro viaje a las islas griegas no teníamos nada claro cuáles visitar. Pero quizá a la que más ganas le teníamos era a Creta, la quinta isla más grande del Mediterráneo. Creta fue el hogar de la primera gran civilización europea, la minoica, y allí se encuentran algunos de los sitios arqueológicos más importantes de Europa. Además, la isla está bien conectada con España por avión y con el resto de islas griegas por ferry.
Qué ver y qué hacer en Creta
Consulta el mapa con la ubicación de todos los sitios.
Creta destaca por sus yacimientos y museos arqueológicos, relacionados casi todos con los minoicos. Este pueblo se desarrolló entre el 3100 a.C. y 1050 a.C., principalmente en Creta, y aunque no fue belicista ni colonizador, dio origen a civilizaciones posteriores (como la micénica) gracias a su liderazgo comercial y cultural en el Egeo. El término “minoico” fue acuñado por el arqueólogo Sir Arthur Evans en honor al mítico rey Minos tras descubrir el Palacio de Cnosos.
Cnosos (o Knossos) fue la cuna y el principal centro de poder de la civilización minoica y hoy es una de las visitas imprescindibles en Creta. Aunque el primer palacio se construyó hacia el 1900 a.C., se cree que pudo estar habitada desde el 7000 a.C. Además de su relevancia histórica, Cnosos es conocida por su relación con la leyenda del minotauro, ya que se dice que allí se encontraba el laberinto donde el Rey Minos encerró al monstruo y desde donde habrían tenido que escapar más tarde Ícaro y Dédalo.
En el yacimiento se puede ver el trono de piedra de Minos, restos de algunos templos, patios y escalinatas, varias reproducciones de frescos, etc., pero para completar la visita es imprescindible desplazarse hasta la capital de Creta y explorar el Museo Arqueológico de Heraclión. Allí se encuentran las grandes joyas del arte minoico encontradas en Knossos y otros yacimientos de la isla, como la Diosa de las serpientes, el Fresco del Príncipe de los lirios, el Colgante de las abejas de Malia, el Ritón con forma de cabeza de toro o el enigmático Disco de Festo.
Para seguir conociendo la cultura minoica y otras civilizaciones antiguas podéis visitar más yacimientos arqueológicos. Nosotros estuvimos también en el Palacio de Festos (Phaistós) y en Gortyna. Quizá no son tan espectaculares ni están tan preparados para el turismo, pero allí no os toparéis con grandes grupos de turistas. Y aún nos quedaron por conocer sitios como Malia, Agia Triada, Gournia o Zakros, entre otros.
Pero más allá de la cultura minoica hay mucho que ver en Creta. Quizá lo más prescindible sea Heraklion. La capital puede servir como base para recorrer la isla, pero no es especialmente bella. Mucho más bonita es Canea (o Chania), con su puerto veneciano y su bastión, su animado paseo marítimo o sus estrechas y coquetas callejuelas. Otras dos localidades con encanto son Rétino (Réthymno) y Ágios Nikolaos.
Aunque Creta no es famosa por sus playas, tampoco faltan opciones para darse un buen baño. Dos de las playas más espectaculares de Creta son Elafonisi y Balos, en el extremo más occidental de la isla. Nosotros, no obstante, optamos por visitar la playa de Matala, conocida por su pasado hippie y por las cuevas que alberga en uno de sus extremos, algunas de ellas naturales y otras excavadas por los propios hippies para usarlas como refugio.
A nivel patrimonial, otras dos visitas recomendables son las del Monasterio de Arkadi (Moni Arkadiou) y la Fortaleza de Spinalonga. En cuanto al primero, se trata de un monasterio ortodoxo del s.XVI, con elementos renacentistas y barrocos, convertido en símbolo nacional de la resistencia cretense contra los otomanos el 8 noviembre de 1866, día del Holocausto de Arkadi. Aquella fecha, en la que casi 900 personas perdieron la vida, es recordada cada año en el monasterio.
Respecto a la Fortaleza de Spinalonga, se trata de una enorme fortificación que ocupa una isla entera en las proximidades de Elounda (se puede llegar en ferry desde allí o desde Plaka). La fortaleza fue fundada por los venecianos hacia 1579 y ocupada en 1715 por los turcos, quienes encontraron allí uno de sus últimos refugios durante la revuelta cretense de 1866. Más tarde se convertiría en “colonia de leprosos” y hoy toda la isla está destinada a uso turístico.
Por último, hay varios espacios naturales que nosotros tuvimos que descartar, pero que son muy importantes. Por ejemplo, la Garganta de Samaria, la Garganta de Agios Antonios, la Cueva de Zeus o la Caverna del Dicte. Donde sí tuvimos tiempo de darnos un baño y hacer un paseo en barca fue en el Lago Kournas, un lugar ideal para hacer una parada en el camino entre Rétino y Canea.ç
Santorini
¿Por qué visitar Santorini?
Santorini (o Thira) es una de esas islas griegas que hay que visitar sí o sí. La única pega que se le puede poner es la masificación, aunque casi todo el turismo se concentra en Oia (especialmente al atardecer). Por lo demás, es una isla pequeña, agradable, con largas playas, pueblos encantadores y buenas comunicaciones tanto por mar como por aire.
Qué ver y qué hacer en Santorini
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Si mucha gente dice que Santorini es la isla más bonita de las islas griegas es “por culpa” de lugares como Oia, una pequeña localidad ubicada en el noroeste de la isla. Allí se toman las típicas fotos de casas blancas y cúpulas azules que han dado fama a la isla y que suelen servir como portada en las guías turísticas. Lo cierto es que Oia es impresionante a nivel fotográfico, pero es un infernal hervidero de turistas al atardecer y solo se puede transitar por una calle (todo lo que se ve pendiente abajo son villas privadas).
Pero más allá de Oia hay otros lugares que ver en Santorini. Por ejemplo, no hay que perderse las ruinas de Acrotiri (Akrotiri), antigua ciudad minoica, considerada por muchos expertos como la posible capital de la mítica civilización de la Atlántida descrita por Platón. Acrotiri fue reducida a escombros durante la terrible Erupción minoica del s.XVII a.C. pero, precisamente por haber permanecido sepultada bajo las cenizas, hoy en día podemos contemplar sus estructuras, utensilios domésticos, frescos, etc. en bastante buen estado.
Para complementar la visita a la Acrotiri hay que ir hasta Fira, la capital de Santorini, donde se encuentra el fantástico Museo de Prehistoria de Thera. Allí podréis ver un buen número de objetos hallados en el yacimiento y en otros puntos de las Islas Cícladas. Eso sí, la mayor parte de los tesoros encontrados en Acrotiri se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
Y, hablando de Fira, esta es otra de las localidades que merece la pena visitar en Santorini. Las callejuelas interiores son bonitas y tiene también un coqueto paseo al borde de los acantilados desde donde podréis contemplar el famoso volcán que transformó la vida en el Egeo y que se vincula al mito de la Atlántida. Si además tenéis la suerte de estar allí el tercer domingo de septiembre (como nos sucedió a nosotros) podréis asistir a Ifestia, el espectáculo anual de fuegos artificiales que conmemora la gran erupción mionica.
Un lugar que os podéis ahorrar en Fira es el minúsculo y descuidado Museo arqueológico de Fira. Lo que no os debéis perder es la Antigua Thera, ubicada en la costa este de la isla. Este yacimiento pertenece al período helenístico, aunque también hay vestigios de ruinas romanas y bizantinas. Además del interés cultural e histórico, merece la pena recorrer la serpenteante carretera de subida aunque solo sea por las magníficas vistas desde la cima, a 360 m de altura.
Desde Ancient Thera podréis ver dos extensas playas: Kamari (al norte) y Perissa (al sur). Son dos de las mejores playas de Santorini por longitud, facilidades para el turismo, infraestructuras, etc. Si buscáis opciones más recónditas os podéis acercar a Red Beach (muy bonita) o la solitaria playa de Cape Columbo (aunque suele haber mucho viento).
Y las dos últimas recomendaciones: si queréis explorar un pueblo de interior precioso y bastante alejado del turismo, acercaos a Megalochori. Nosotros nos hospedamos allí y fue todo un acierto. Para finalizar, una sugerencia menos relevante: el Faro de Akrotiri. No es el que faro en sí tenga nada de especial, pero desde su elevada posición podréis disfrutar de unas buenas vistas del mar y del litoral.
Naxos
¿Por qué visitar Naxos?
Naxos es la más tranquila de las cuatro islas griegas que os sugerimos visitar. Quizá no destaca por nada en concreto, pero alberga una buena mezcla entre atractivos culturales, pueblos con encanto (y auténticos) y largas playas que la hacen ideal si lo que buscáis es un poco de paz. Además, su ubicación es perfecta para desplazarse hacia cualquiera de las Islas Cícladas.
Qué ver y qué hacer en Naxos
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La exploración de la isla suele empezar por una visita a Naxos capital (o Khora). Aunque es una localidad turística, allí no hay problemas de masificación y pasear por sus empinadas y laberínticas callejuelas es una absoluta delicia. Además, a escasos 300 m del centro y del puerto para ferries podéis contemplar las ruinas del Templo de Apolo, con una bonita puerta que se ha convertido en el icono de la isla.
En la isla de Naxos hay dos lugares donde podéis ver kuros, esculturas de piedra del Periodo Arcaico del arte griego que representan figuras de hombres en posición rígida. Quizá el más famoso es el Coloso de Dionisos (más de 10 m), en Apollonas, pero está muy alejado de la capital. Más cerca se pueden contemplar los kuros de Melanes. El modesto “yacimiento” está a cargo de una entrañable señora a la que podéis dejar una propina.
No muy lejos, en el corazón de la isla, hay tres pueblos muy pintorescos, subidos a lomos de las montañas, que encontraréis siguiendo una misma carretera: Chalki (con su coqueta iglesia bizantina Agios Georgios Diasoritis), Filoti (una maraña de callejuelas empinadas) y Apeiranthos. Este último es el más turístico, dentro de la escasa presencia de visitantes. Además del callejeo entre los pasillos de casas blancas y sus estrechos pasajes cubiertos, ofrece unas buenas vistas y una amplia oferta gastronómica.
Por último, pero no menos importante, Naxos destaca por sus larguísimas y tranquilas playas. Dos de las más agradables son Agiassos y Plaka, en el suroeste de la isla, pero si queréis daros un baño cerca de la capital podéis ir andando hasta la playa Agios Georgios, justo al sur del casco urbano.
Fuente: Los Apuntes del Viajero
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